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La Obra de Franz Kafka
Todas las obras publicadas de Kafka fueron escritas en alemán. Lo poco que se publicó durante su vida atrajo escasa atención del público. Kafka no terminó ninguna de sus novelas completas y quemó alrededor del 90 por ciento de su trabajo, gran parte de él durante el período que vivió en Berlín con Diamant, quien lo ayudó a quemar los borradores.
En sus primeros años como escritor fue influenciado por von Kleist, cuyo trabajo describió en una carta a Bauer como aterrador y a quien consideraba más cercano que a su propia familia.
La noche del 22 al 23 de septiembre de 1912, Kafka logró escribir en papel el cuento El Juicio en apenas ocho horas. Según estudiosos de la literatura posteriores , Kafka de repente se encontró temática y estilísticamente . Kafka estaba electrizado por el acto de escribir, que nunca había experimentado tan intensamente (“Sólo así se puede escribir, sólo en un contexto así, con una apertura tan completa del cuerpo y del alma”). El efecto no disminuido de la historia después de repetidas (propias) lecturas, no sólo en los oyentes, sino también en él mismo, fortaleció su conciencia de ser escritor.
El Juicio inició la primera larga fase creativa de Kafka; el segundo siguió unos dos años después. Mientras tanto, Kafka sufrió, como más tarde, un período de sequía literaria que duró un año y medio. Sólo por esta razón, una existencia como “escritor burgués” que pudiera mantenerse a sí mismo y a su familia con su trabajo permaneció fuera de su alcance durante toda su vida. Sus obligaciones profesionales no podrían haber sido la única razón que obstaculizaba su escritura; Kafka a menudo tuvo sus picos creativos precisamente en tiempos de crisis externas o de deterioro de las condiciones generales de vida (por ejemplo, en la segunda mitad de 1914 debido al estallido de la guerra). Además, Kafka también supo defender su libertad con su estrategia de “maniobrar la vida”, es decir: trabajar por la mañana, dormir por la tarde, escribir por la noche.
Según otra teoría común , la vida y los escritos de Kafka después de la redacción de El Juicio se caracterizaron por su renuncia a la vida ordinaria para dedicarse por completo a la escritura. Él mismo proporciona abundante material para este estilizado sacrificio de la vida en sus diarios y cartas.
Sin embargo, a diferencia de El Juicio, los escritos posteriores fueron a menudo para él atormentadores y vacilantes. Esto refleja la siguiente entrada del diario:
“Ninguna palabra que escribo encaja con la otra, escucho cómo las consonantes se alinean muy juntas y las vocales cantan como negros de exhibición. Mis dudas forman un círculo alrededor de cada palabra, las veo antes que la palabra, ¡pero qué! No veo la palabra en absoluto, me la estoy inventando.»
Libros publicados en español (y editorial recomendada)
OBRA BIOGRÁFICA
Cartas a Felice (Nordica)
Durante el período de su correspondencia Kafka produjo algunas de sus obras más famosas, incluidas La metamorfosis, En la colonia penitenciaria, y sus primeros intentos de escribir El proceso.
Kafka escribió cartas, algunas de ellas muy personales, de forma intensa y durante un largo período de su vida. Documentan su gran sensibilidad y transmiten su visión de los aspectos amenazantes de su mundo interior y sus temores con respecto al exterior. Algunos autores no consideran las cartas de Kafka como un añadido a su obra literaria, sino que las ven como parte de ella. Sus cartas a Felice y las cartas a Milena en particular se encuentran entre los grandes documentos epistolares del siglo XX.
Cartas de 1900 a 1914 (Galaxia Gutenberg)
Se entiende aquí por cartas todas las misivas que Kafka escribió a lo largo de su vida, ya se trate de postales, de telegramas o de cartas propiamente dichas, sin excluir las de carácter oficial, comercial o profesional. Cerca de un centenar y medio de las reunidas en este volumen nunca habían sido traducidas.
Pero tanto o más destacable que esta novedad es el que todas las cartas se dan en una nueva traducción realizada a partir del texto y la secuencia cronológica establecidos por la exigentísima edición crítica alemana de Hans-Gerd Koch.
Los años que comprenden las cartas aquí reunidas son los que transcurren desde la adolescencia de Kafka hasta su madurez temprana. La primera carta está escrita cuando Kafka acababa de cumplir los diecisiete años; la última, cumplidos ya los treinta y uno, cuando se hallaba resuelto a emprender una vida
independiente de su familia, ya fuera en pareja, ya en solitario.
Hasta finales del año 1912, los corresponsales de estas cartas son sobre todo familiares de Kafka, amigos de infancia y de juventud –muy en particular, Max Brod–, su primera «novia», sus superiores en el trabajo y sus primeros editores. Pero el 20 de septiembre de ese mismo año Kafka escribe por primera vez a Felice Bauer, a quien había conocido poco antes, y el caudal de su correspondencia se intensifica vertiginosamente, al ritmo a veces de una carta diaria, en ocasiones dos, y se focaliza casi en exclusiva en la que no tardará en convertirse en su prometida. Antes, durante y después de la procelosa correspondencia con su novia berlinesa, sin embargo, la lectura en secuencia de todas las cartas permite captar la «polifonía» de las voces de Kafka, los muy variados registros de su personalidad, la multiplicidad de sus «tonalidades», que se alternan a veces con sorprendente simultaneidad. Y no sólo eso: permite además percatarse de cómo todos sus mecanismos psicológicos obedecen a una fundamental obsesión: encontrar el momento en que ponerse a escribir.
Cartas de 1914 a 1920 (Galaxia Gutenberg)
Carta al Padre (De Bolsillo)
Después de que Franz Kafka conoció a Julie Wohryzeck durante una estancia en un spa en Schelesen (Bohemia) en enero de 1919 y se comprometió con ella unos meses más tarde, su padre reaccionó con enojo ante sus nuevos e inapropiados planes de matrimonio. Se cree que esto impulsó a Kafka a escribir la carta entre el 10 y el 13 de noviembre de 1919. La boda estaba inicialmente prevista para noviembre, pero no se llevó a cabo. La razón principal fue la búsqueda infructuosa de un apartamento.
La extensa carta consta de 103 páginas manuscritas (45 páginas en la versión mecanografiada), en las que Kafka intenta resolver por escrito el conflicto de su padre. Atribuye muchas de las dificultades de su vida a la total diferencia de carácter entre él y su padre. La carta termina con la esperanza de que esto los calme un poco a ambos y les haga la vida y la muerte más fáciles.
Los dibujos (Galaxia Gutenberg)
Diarios (Debolsillo)
FICCIÓN
Cuentos Completos (Páginas de Espuma)
Según el dossier de «Páginas de Espuma»
La nueva traducción de Alberto Gordo, tomada como un verdadero reto, logra aunar originalidad y naturalidad, un equilibrio entre la sutil tirantez del estilo kafkiano y la fluidez debida a una traducción actual. Kafka ha de sonar a Kafka, porque ningún otro escritor había sonado ni suena como él, y ahí radica parte de su encanto. Además, en un brillante prólogo que abre el volumen, el escritor Andrés Neuman nos regala no solo su lectura de los cuentos, sino su completa lectura de este mundo, en el que a veces la vida se vuelve demasiado Kafka.
«Hoy la vigencia de Kafka sigue propiciando fenómenos inversos. No es tanto que su obra explique el tiempo que nos ha tocado resistir, sino que la realidad misma insiste en volverse cada vez más kafkiana, en una mímesis oscura como una cucaracha. Plagiando sus lógicas, el mundo abusa de Kafka». — Andrés Neuman.
Esta edición ofrece una posible panorámica completa de la narrativa breve de Franz Kafka. Con posible nos referimos, naturalmente, a la evidente subjetividad que conlleva el hecho de que se trate de una selección propia de su obra dispersa, tanto de la publicada en vida como de la póstuma. El criterio para esta selección ha sido doble: por un lado, nos ceñimos a textos de ficción, excluyendo prosas y obras autobiográficas; por otro, dejamos fuera las tres obras de Kafka consideradas novelas: El proceso, El castillo y El desaparecido (o América, según el título de Max Brod). De esta última, sin embargo, incluimos el primer capítulo, titulado «El fogonero», pues Kafka lo publicó en vida como relato exento.
Salvo dos excepciones de calado («Descripción de una lucha» y «Cuando Eduard Raban…»), nuestra selección coincide con la de los editores alemanes de Kafka. Nuestro trabajo es, desde luego, deudor del suyo, ya que la traducción sigue fielmente las ediciones de Fischer, que a su vez se basan, en el caso de los textos póstumos, en los manuscritos en su forma original, es decir, sin las injerencias de Max Brod. Estas injerencias incluían importantes cambios en los textos. Brod transgredió la costumbre de Kafka de no titular las piezas hasta darlas por finalizadas, así que, salvo contadas excepciones, los textos póstumos de Kafka fueron publicándose en su día con títulos de Brod. Por coherencia, prescindimos de estos títulos, aunque algunos hiciesen fortuna en el pasado.
La decisión de no seguir las ediciones de Brod para la obra póstuma está plenamente justificada: de este modo respetamos la puntuación y la sintaxis original de Kafka y podemos asistir a lo que Milan Kundera llamaba el «soplo» de su imaginación. Aunque Kafka revisaba a fondo las obras que decidía publicar, la «velocidad metódica» (otra vez Kundera) con la que redactaba sus escritos se advierte en la puntuación y en la organización del texto manuscrito: a menudo las comas, cuando no faltan, sustituyen a los puntos, apenas hay saltos de párrafo y las frases se acumulan.
Los cuentos se presentan en orden cronológico, según la fecha en la que, de acuerdo con los estudiosos de Kafka, fueron escritos. La datación, sin embargo, no siempre es precisa. En caso de duda, hemos respetado el orden, otra vez posible, establecido por los editores alemanes. No hemos considerado urgente distinguir, como se ha hecho a veces, entre obra publicada y obra póstuma, pues los textos importantes de Kafka, a pesar de la exigencia con la que él enjuiciaba su obra, se encuentran también entre sus papeles privados y no solo en los textos que decidió publicar.
El estilo de Kafka reclama del traductor una atención constante. Su alemán, lejos de ser sencillo (como a veces se ha dicho), está lleno de trampas, de partículas que, siempre al servicio de la precisión, matizan y modifican significados. Esta precisión, sin embargo, a veces no impide la ambigüedad, una ambigüedad que el traductor, creo, ha de trasladar en la medida de lo posible. Kafka es prolijo, pero nunca superfluo: una especie de pureza impregna su estilo. Se trata de una mezcla insólita de sencillez y manierismo, un manierismo fértil, jamás gratuito, en el que va profundizando, en un proceso artísticamente fascinante, a medida que pasan los años y se acumulan las páginas.
Los personajes de Kafka rara vez se mueven o actúan como personajes de novela, lo que obliga al traductor a revisar automatismos. Por otro lado, los diálogos, muchas veces intencionadamente antinaturales, invalidan casi cualquier consigna sobre la traducción de la oralidad que uno haya aprendido traduciendo a otros autores.
El reto, en definitiva, está en saber intuir un punto medio entre originalidad y naturalidad, entre la sutil tirantez del estilo kafkiano y la fluidez debida a una traducción actual. Kafka ha de sonar a Kafka, porque ningún otro escritor había sonado ni suena como él, y ahí radica parte de su encanto. Al mismo tiempo, ha de ser un Kafka para los lectores de hoy. Esperamos habernos acercado a ese equilibrio.
El Castillo (Alianza Editorial)
Publicada póstumamente en 1926 y considerada una obra inconclusa, El castillo relata la historia del agrimensor K., quien llega a un pueblo gobernado por las misteriosas autoridades de un castillo, supuestamente para realizar un trabajo profesional. Sin embargo, se encuentra atrapado en un sistema burocrático opaco e impenetrable, donde la comunidad lo margina y las puertas hacia su objetivo siempre permanecen cerradas. Este microcosmos refleja un ambiente opresivo donde el individuo, alienado y desesperado, no puede acceder al poder ni desentrañar sus reglas.
Kafka comenzó a escribir la novela en 1922 durante un retiro para recuperarse de un colapso nervioso. Aunque expresó la intención de continuarla, la abandonó más tarde, y su amigo Max Brod la editó y publicó tras la muerte del autor. Las ediciones posteriores han sido objeto de controversias debido a las alteraciones realizadas por Brod, quien añadió un enfoque religioso al simbolismo del castillo, una interpretación que continúa siendo debatida.
Narrativa y simbolismo
La narrativa de El castillo está marcada por un narrador omnisciente que sigue de cerca la perspectiva de K., reflejando la lucha desesperada del protagonista. El tiempo y el espacio en la novela son ambiguos, lo que contribuye a la atmósfera onírica. El castillo, situado en lo alto de una colina, simboliza un poder inalcanzable y burocrático, cuyas normas permanecen indescifrables. Mientras K. intenta acercarse a este poder, enfrenta constantes obstáculos y desilusiones, lo que resalta la inutilidad de su esfuerzo.
Interpretaciones
El relato ha sido interpretado como una metáfora de la alienación y la impotencia del individuo ante las estructuras de poder. Max Brod consideró el castillo como un modelo teológico que representa la gracia divina, mientras que Adorno lo vio como un reflejo de las jerarquías de los sistemas totalitarios. Por su parte, Albert Camus interpretó los intentos de K. como una búsqueda existencialista de sentido en un mundo vacío de significado.
Las hermosas ilustraciones de Luis Scafati, presentes en algunas ediciones modernas, acentúan la atmósfera sórdida y asfixiante de la obra, capturando su esencia con gran fidelidad.
En conclusión, El castillo es una obra que, aunque inconclusa, encapsula los temas fundamentales de la narrativa kafkiana: la lucha contra un sistema insondable, la alienación y la imposibilidad de alcanzar lo inalcanzable. Es una novela que sigue desconcertando y fascinando a lectores y críticos por igual, consolidando el legado literario de Kafka como una visión única y profundamente perturbadora de la condición humana.
America, también llamada El desaparecido (Catedra)
Trama principal
- Inicio: Karl llega a Nueva York y es acogido por su tío, pero tras un error es expulsado.
- Descenso social: Karl se une a dos vagabundos que lo manipulan, lo que lo lleva a perder una oportunidad laboral como ascensorista en un gran hotel.
- Explotación: Es obligado a servir como asistente de la cantante Brunelda, en un entorno opresivo.
- Fragmentos finales: En el capítulo «El Teatro Natural de Oklahoma», Karl se une a una compañía teatral que promete trabajo para todos. El texto concluye con un viaje en tren hacia Oklahoma, donde Karl empieza a comprender la magnitud de Estados Unidos.
Contexto y significado
Kafka comenzó la novela influenciado por el libro América hoy y mañana de Arthur Holitscher y con referencias a David Copperfield de Dickens. La obra refleja temas como la alienación, el abuso de poder, y el choque entre el idealismo juvenil y la brutalidad de las jerarquías sociales. También presenta una crítica a los mitos de éxito asociados con el «sueño americano».
Estilo narrativo
- La narración sigue de cerca la perspectiva de Karl, mostrando su ingenuidad frente a un mundo que no comprende.
- Usa técnicas cinematográficas para capturar escenas de movimiento y caos, lo que acentúa el desconcierto del protagonista.
Interpretaciones
- Social: Karl simboliza al inmigrante vulnerable, enfrentando una sociedad fría y jerárquica.
- Existencial: Según Albert Camus, Karl es un «Sísifo moderno», condenado a una búsqueda infructuosa de pertenencia.
- Metáfora del fracaso: El viaje de Karl ilustra un descenso continuo, destacando la imposibilidad de integración en un sistema opresivo.
Relevancia
Aunque inconclusa, El desaparecido es una obra clave para comprender las preocupaciones de Kafka sobre el poder, la burocracia y la alienación en un mundo moderno. La novela combina humor negro, crítica social y una visión desoladora del progreso humano.
Aforismos
El Proceso
Al principio, el trabajo de Kafka sobre el Proceso avanzó rápidamente (en dos meses se crearon unas 200 páginas manuscritas), pero pronto se estancó. Kafka estaba ahora ocupado, entre otras cosas, con el cuento En la Colonia Penal. El proceso surgió en una secuencia no lineal. Se puede demostrar que Kafka primero escribió los capítulos iniciales y finales (ordenados en este momento por Max Brod ) y continuó trabajando en cada uno de los capítulos en paralelo. Kafka escribió el Proceso en cuadernos, que también utilizó para escribir otros textos. Separó las hojas pertenecientes al proceso y las organizó en capítulos y fragmentos, sin especificar un orden específico de las partes.
A principios de 1915, Kafka interrumpió el trabajo de la novela y no la reanudó (salvo un breve intento en 1916). Ya en noviembre de 1914, Kafka escribió: «Ya no puedo escribir. Estoy en un límite final, frente al cual quizás debería volver a sentarme durante años, para luego quizás comenzar de nuevo una nueva historia inacabada.
Un Artista del Hambre
La historia fue escrita a los pocos días de la primavera de 1922, mientras el trabajo en la novela El castillo estaba estancado. La elección del tema, concretamente el hambre como arte, puede haber parecido bastante cínica a los lectores de la época, en vista de la pobreza de la posguerra (en particular, la hambruna en Rusia). El interés de Kafka por el circo y otras formas de espectáculo ha sido examinado en estudios literarios como contextos históricos importantes en los que surgió la historia.
La Metamorfosis
Con una extensión de unas 70 páginas impresas, es el relato más largo que Kafka consideró terminado y publicó en vida. El texto se publicó por primera vez en 1915, en la edición de octubre de la revista Die weißen Blätter, bajo la dirección de René Schickele. La primera edición en forma de libro apareció en diciembre de 1915, en la colección Der jüngste Tag, editada por Kurt Wolff. Solo los fragmentos de novelas de Kafka han sido recibidos con una repercusión comparable a la de esta obra.
Interpretación
Como la mayoría de las obras de Kafka, este relato también despierta la inclinación de muchos intérpretes hacia interpretaciones religiosas (Max Brod) o psicológicas. Es particularmente popular interpretar La metamorfosis como una expresión del complejo de padre de Kafka, tal como lo hizo por primera vez Charles Neider en The Frozen Sea (1948). Además de la interpretación psicológica, las interpretaciones sociológicas también cuentan con una gran cantidad de seguidores, quienes ven en la familia Samsa un reflejo de las condiciones sociales generales.
Vladimir Nabokov rechaza tales interpretaciones, argumentando que no hacen justicia al arte de Kafka. En contraste, Nabokov realiza una interpretación centrada en los detalles artísticos, excluyendo categóricamente cualquier nivel de significado simbólico o alegórico. En oposición a la teoría popular del complejo de padre, señala que no es tanto el padre, sino más bien la hermana, quien debe considerarse la figura más cruel del relato, ya que es quien traiciona a Gregor. Según Nabokov, el tema del relato es la lucha existencial del artista en una sociedad de filisteos que lo destruyen gradualmente. Sobre el estilo de Kafka, Nabokov concluye: La transparencia de su estilo enfatiza la rica oscuridad de su mundo imaginativo. Contraste y unidad, estilo y contenido, narrativa y trama están perfectamente entrelazados.
Gerhard Rieck (1999) señaló que Gregor y su hermana Grete forman una pareja típica de muchos textos de Kafka, compuesta por una figura pasiva, más ascética, y una activa, más impulsiva. Estas figuras, que son difíciles de reconciliar o incluso contradictorias, pero que sin embargo forman parejas, caracterizan obras desde Descripción de una lucha (por ejemplo, Yo y el conocido, Orante y el gordo) y aparecen también en El veredicto (Georg y su amigo de Petersburgo), en las tres novelas (por ejemplo, en El desaparecido: Robinson y Delamarche), así como en relatos como Un médico rural (el médico rural y el mozo de cuadra) y Un artista del hambre (el artista del hambre y el pantera). Rieck interpreta estas parejas como partes de una misma persona (de ahí la casi identidad de los nombres Gregor y Grete), en última instancia como los dos componentes principales de la personalidad del autor, y ve tanto en la vida de Kafka como en su obra la descripción de la lucha entre estos componentes.
Reiner Stach argumentó en 2004 que La metamorfosis no necesita comentarios adicionales, ya que funciona y convence por sí misma, pareciendo cerrada e incluso perfecta. Según Stach, habría sido incluida en el canon de la literatura mundial incluso si no supiéramos nada sobre su autor.
Según Peter-André Alt (2005), la figura del insecto es una expresión drástica de la existencia marcada por la privación de Gregor Samsa. Reducido a cumplir con sus obligaciones laborales, preocupado por su progreso, atormentado por el miedo a los errores comerciales, Gregor es una criatura de una vida funcionalista de trabajo.
Para Oliver Jahraus (2006), La metamorfosis es sobre todo una metáfora compleja de la relación perturbada del individuo con el aparato de poder de la familia. Las estructuras de poder sociales están institucionalizadas en la familia y producen exclusión y deseos patológicos en individuos como Gregor, cuyo deseo sexual queda atrapado en el ámbito familiar. Así, Gregor no solo es víctima, sino también agente, de modo que su muerte representa para su hermana una liberación del poder incestuoso del hermano.
Ralf Sudau argumentó en 2007 que los motivos de la autonegación y la evasión de la realidad merecen especial atención. Antes, Gregor practicaba la renuncia personal y se sentía orgulloso de haber asegurado a su familia una existencia cómoda. Sin embargo, tras su transformación, al encontrarse en la posición de necesitar atención y cuidado, convirtiéndose en un parásito, no puede aceptar este nuevo papel y se niega a sí mismo la decepción por el trato que recibe de su familia, que se vuelve cada vez más descuidada e incluso hostil. Gregor, autonegándose, esconde su forma repulsiva bajo el sofá, y, autoanulándose, se muere de hambre, obedeciendo el más o menos abierto deseo de su familia. Este proceso de desgaste gradual y reducción personal tiene el carácter de una huelga de hambre mortal, inconsciente por parte de Gregor y no comprendida o ignorada por la familia. Además, Sudau destaca el peculiar entrelazamiento de realismo y fantasía en el estilo de Kafka, marcado por sentido del mundo, racionalidad y agudeza de observación, pero también por lo grotesco y elementos tragicómicos.
Fernando Bermejo-Rubio (2012) argumentó que las descripciones de Gregor y su entorno familiar en La metamorfosis son contradictorias. Versiones diametralmente opuestas se presentan en relación con su espalda, su voz, si está enfermo o transformándose, si está soñando o no, qué trato merece, su posición moral (acusaciones falsas de Grete) y si la familia es inocente o no. Bermejo-Rubio enfatiza que Kafka estipuló en 1915 que no debía haber ninguna representación visual de Gregor, ya que esta predispondría al lector antes de que comenzara su propio proceso de lectura. La coherencia del relato se logra, según Bermejo-Rubio, si no se confía en la declaración del primer enunciado, sino que se sigue viendo a Gregor como un ser humano, víctima de un proceso de degradación extrema.
Para Volker Drüke (2013), la transformación decisiva en este relato […] es la de Grete. Ella es la figura a la que se refiere el título. Mientras que la transformación de Gregor lleva a un deterioro y finalmente a la muerte, Grete madura y asume responsabilidades debido a las nuevas circunstancias familiares. Al final, después de la muerte de su hermano, incluso los padres notan que su hija, cada vez más animada, ha florecido en una joven hermosa y exuberante, para quien ahora buscan un compañero. Desde esta perspectiva, la transformación de Grete de niña a mujer es el tema subyacente del relato.
Christian Neumann (2023) considera la transformación de Gregor Samsa como una metáfora multifacética. Representa su vida alienada, controlada por la rutina, su aislamiento, su comunicación rota, su repulsión hacia su propio cuerpo, y sus deseos sexuales tabú, percibidos como sucios. Simultáneamente, es un intento de liberación, que, al ser autónomo del cuerpo y contrario a la voluntad consciente de Gregor, conduce a la autodestrucción. Los procesos psíquicos asociados con la interiorización de las estructuras de poder familiares han generado un sentimiento de culpa aplastante, cuya manifestación física es el insecto desproporcionado. En última instancia, La metamorfosis es la historia de una progresiva cosificación, en la que un humano alienado se convierte primero en un animal y luego en un objeto sin valor, que finalmente se barre como basura.