Cuando Yoko y John dijeron basta (y lo grabaron en bata)

Esta semana se me ha roto el smartphone. Y como buena hija del caos posmoderno, he aprovechado para hacer un experimento: me he pasado al móvil del año del catapún, uno que solo sirve para llamar y mandar SMS. Eso sí, rosa. Que una puede querer revolución sin renunciar al buen gusto.

¿Y qué ha pasado? Pues que, con tanto silencio, se me ha abierto la cabeza. Literal. He leído. He pensado. He fusionado ideas que normalmente se ahogan bajo las notificaciones. Y, por culpa o gracias a eso, he caído en la trampa de Byung-Chul Han y su maldita y gloriosa Sociedad del cansancio.

Este será probablemente uno de varios artículos que saldrán de este agujero negro de lucidez. Porque además, mientras descargaba canciones para mi nuevo móvil como en los viejos tiempos, me reencontré con un vídeo de John Lennon y Yoko Ono en la cama. No haciendo nada. Y entendí cosas. Muchas. Demasiadas.

Así que…

“Dale una oportunidad a la paz” (y a romper esta rueda de producir, rendir y callar)

John y Yoko se metieron en la cama una semana para protestar contra la guerra. Hoy haces eso y te mandan un reel de productividad y una notificación de Slack. Hemos perdido el derecho a la pausa. Y también a la rabia colectiva.

🔥 Esto no va de “desconectar un rato”, va de prenderlo todo

El Bed-In no era relajación con mensaje bonito. Era un NO en mayúsculas. A la guerra, al sistema, al ritmo, a la obediencia. Una protesta inmóvil, sin filtro de perrito ni scroll automático.
Una imagen que no cambia. Y por eso incomoda.

«Hoy, el sujeto de rendimiento se explota a sí mismo creyendo que se está realizando.» – Byung-Chul Han

Mientras tú produces contenido, facturas, publicas, estudias y sonríes, hay un vacío que no se llena. No porque falte más, sino porque sobra todo. Sobra estímulo, sobra interrupción, sobra velocidad.

Y falta lo único que sostenía esa habitación de hotel en Montreal: la duración.

¿Qué tiene que ver todo esto con Byung-Chul Han?

Todo.

En La sociedad del cansancio, Han escribe que el gran enemigo ya no es la opresión externa, sino la hiperexigencia interna. Ya no hay un amo, hay un yo que se autocastiga. Ya no hay látigo, hay calendario de Google.

«Lo que nos destruye no es el enemigo, sino el exceso de positividad.»

John y Yoko, en 1969, propusieron algo inaceptable: quedarse quietos. Sostener una idea. Repetirla como mantra. No moverse del sitio. No dispersarse.

Hoy eso es inconcebible. Intentas leer esto y ya has abierto tres pestañas.

John y Yoko, en 1969, propusieron algo inaceptable: quedarse quietos. Sostener una idea. Repetirla como mantra. No moverse del sitio. No dispersarse.

Hoy eso es inconcebible. Intentas leer esto y ya has abierto tres pestañas.

La contemplación como resistencia radical

El Bed-In fue eso: un acto contemplativo-político. No performativo. No medible. No escalable.

“Hoy desaparece el aburrimiento profundo, ese que precede a toda creación.” – Byung-Chul Han

La paz, como idea, necesita espacio. Una habitación. Una cama. Una semana. Un cuerpo presente. No puede sobrevivir en la lógica del trending topic ni en el bucle de likes.

Y ahí está el drama: la paz no genera clics. La contemplación no monetiza.

Tomemos las camas, las calles y si hace falta, los contenedores 🧨

No queremos más reels de «slow life» que se graban con tres focos LED y edición a doble velocidad. Queremos espacios reales de lentitud, de pensamiento sostenido, de aburrimiento fértil.

Queremos tiempo para la rabia lúcida. Para la negación sin algoritmo. Para decir no, y quedarnos en la cama. No para descansar, sino para resistir.

Porque quizá la paz no sea un destino, sino una interrupción. Una ruptura en la lógica del rendimiento. Un NO que se sostiene una semana, una vida, o lo que haga falta.

Give Peace a Chance. Pero de verdad.

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