Ironía y sarcasmo made in Sicilia: Camilleri y el arte de decir sin decir en «Un filo di fumo»

Andrea Camilleri no solo escribía novelas, montava espectáculos. Y en Un filo di fumo, uno de sus primeros platos fuertes, el autor siciliano nos sirve una historia aderezada con algo más que pasta y pistachos: aquí se cocina con ironía, sarcasmo y una pizca generosa de dialecto siciliano. Porque si algo tiene Vigàta —ese pueblito ficticio que ya huele a mar y a chisme— es que todo el mundo dice una cosa pero quiere decir otra. Y tú, como lector, si no estás atento, acabas como turista perdido en Palermo sin Google Maps.

Camilleri: el chef que mezcla italiano y dialecto como si fuera un cóctel molotov

No es casualidad que Camilleri mezcle el italiano estándar con el siciliano local: lo hace a propósito. Y no solo para que te sientas un poco perdido y tengas que releer los diálogos tres veces, sino porque ese revoltijo lingüístico es, en sí mismo, un espejo de la sociedad que retrata. En Vigàta, la lengua no es un instrumento de comunicación, es un escudo, una máscara… y a veces, un arma cargada de ironía.

Según Caocci (que se ha zambullido hasta el fondo en el caldo camilleresco), el sarcasmo y la ironía no están ahí como floritura estilística. Son la forma que tiene esta gente de decir lo que realmente piensa… sin decirlo. Porque claro, en una comunidad donde todo el mundo sospecha de todo el mundo, ir con la verdad por delante es más peligroso que cruzar un cruce siciliano en hora punta.

La palabra como trampa: lo que se dice vs. lo que se quiere decir

Los vigateses, como buenos supervivientes sociales, han desarrollado una habilidad digna de espías de la Guerra Fría: leer entre líneas. Aquí, un gesto con la ceja puede tener más carga dramática que un monólogo de Shakespeare. ¿Una palabra amable? Puede esconder una amenaza. ¿Un cumplido? Tal vez un insulto envuelto para regalo. ¿Un silencio? Ay, amiga, ese silencio habla más que cualquier discurso de fin de año.

Camilleri lo sabe, y por eso se apoya en un narrador cómplice —que a veces se ríe contigo y otras veces de ti—, y en una colección de personajes que parecen salidos de una tragicomedia costumbrista. Todos con sus secretos, todos con sus estrategias, y todos, absolutamente todos, con un doctorado en el arte de decir sin decir.

Entonces, ¿qué nos queda?

Nos queda una Sicilia tan real que casi se puede oler el mar y el humo del cigarro del comisario. Una sociedad donde la verdad se esconde entre bromas, los silencios son sospechosos y la lengua es un campo de batalla. Y gracias a Caocci, que ha hecho el trabajo sucio de diseccionar todo esto, podemos apreciar que en Un filo di fumo, el sarcasmo no es solo una herramienta literaria: es una forma de vida.


Referencia: Caocci, D. (2020). Ironia e sarcasmo in Un filo di fumo di Andrea Camilleri. Italica Wratislaviensia, 11(2), 41–54.

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