Cuando Yoko y John dijeron basta (y lo grabaron en bata)
Esta semana se me ha roto el smartphone. Y como buena hija del caos posmoderno, he aprovechado para hacer un experimento: me he pasado al móvil del año del catapún, uno que solo sirve para llamar y mandar SMS. Eso sí, rosa. Que una puede querer revolución sin renunciar al buen gusto. ¿Y qué ha pasado? Pues que, con tanto silencio, se me ha abierto la cabeza. Literal. He leído. He pensado. He fusionado ideas que normalmente se ahogan bajo las notificaciones. Y, por culpa o gracias a eso, he caído en la trampa de Byung-Chul Han y su maldita … Artículo completo