Muriel Barbery y La Elegancia del Erizo: filosofía, té caliente y sarcasmo existencial

¿Quién es Muriel Barbery?

Muriel Barbery nació en Casablanca en 1969, pero se crió en Francia, el país de las baguettes, los filósofos existencialistas y las conserjes que leen a Tolstoi a escondidas. Antes de convertirse en escritora de culto, fue profesora de filosofía (porque claro, nada dice “autora con potencial de romperte el corazón” como alguien que da clases de Kant y luego escribe novelas que te hacen llorar en el tren).

Saltó a la fama mundial con La Elegancia del Erizo (2006), una de esas novelas que empiezas con escepticismo y terminas abrazando como si fuera tu diario emocional.

¿De qué va La Elegancia del Erizo?

Dos almas brillantes, invisibles y con tendencia al sarcasmo viven en el mismo edificio burgués de París:

  • Renée, una conserje de 54 años que finge ser la señora de la limpieza estándar, pero en realidad lee filosofía, escucha música clásica y tiene un sentido del humor más afilado que un comentario de Madame Bovary.
  • Paloma, una niña de 12 años con más lucidez que muchos adultos en LinkedIn, que planea suicidarse en su cumpleaños porque el mundo le parece un teatro de lo absurdo (spoiler: sí, lo es, pero igual hay esperanza).

Ambas viven escondidas detrás de una fachada que no refleja su riqueza interior, hasta que aparece Kakuro Ozu, un vecino japonés que tiene la amabilidad de verlas por lo que son de verdad. Y, claro, eso lo cambia todo.

Los personajes (tan adorables como contradictorios)

Renée Michel

La conserje que esconde a Anna Karénina en el armario de limpieza y al mismo tiempo evita cualquier gesto que la delate como culta. Ironía fina, corazón blando.

Paloma Josse

Superdotada, introspectiva y con un plan de escape. Anota en su diario pensamientos que deberían estar en aforismos de Nietzsche, pero con más ironía y menos barba.

Kakuro Ozu

Un señor elegante, culto y sensible, que entra en escena como quien abre una ventana en una casa cerrada hace años. No juzga, observa. Y eso, en este libro, es un súper poder.

¿Por qué esta novela nos toca tanto?

Porque en el fondo, todas tenemos un poco de Renée: nos hacemos las simples para no incomodar, ocultamos nuestra complejidad para no molestar, y cuando alguien nos mira de verdad… no sabemos dónde meter la emoción. La Elegancia del Erizo es un canto a lo que no se ve: la belleza de lo cotidiano, la poesía en lo gris, y la posibilidad de que un pequeño gesto —una taza de té compartida, una frase dicha con intención— cambie toda una vida.

Y no lo hace con fuegos artificiales, sino con silencios bien puestos, diálogos que dan que pensar y ese tipo de ternura que solo llega cuando una ha estado rota y empieza a reconstruirse.

Opiniones encontradas (como en todo lo bueno)

¿Obra maestra? Para muchísimos, sí. Inteligente, emotiva, irónica y delicada.
¿Un poco pedante? Bueno, si no estás en mood existencial, igual te chirría que una niña de doce años cite a Marx. Pero la verdad es que si pasas ese primer filtro, te queda una historia preciosa, diferente y que se lee con el alma en la mano.

Reflexión final: ¿Y si todos escondemos algo hermoso?

La Elegancia del Erizo te lanza una pregunta con mirada de gato parisino:

¿Cuánto de ti estás escondiendo por miedo a no encajar?

Barbery no da respuestas fáciles, pero sí ofrece una especie de consuelo: que tal vez no estamos solos. Que quizás, en el piso de al lado, hay alguien que también ama a Mozart, que también se siente demasiado para este mundo y que solo necesita una sonrisa honesta para abrirse.

Y eso, en los tiempos que corren, es casi revolucionario.

Deja un comentario