¿Sabías que Agatha Christie no solo era la reina del misterio, sino también una fan declarada de los trenes? Sí, sí, como lo oyes: donde otros veían retrasos y bocadillos resecos de estación, ella veía puro material literario de primera. Hoy te cuento cómo la autora más leída del siglo XX convirtió los trenes en un arma secreta para revolucionar el género del whodunit (el clásico “¿Quién lo hizo?”).
📚 Contenido del artículo
¡Próxima parada: asesinato!
En su autobiografía, Christie confesaba su amor por los viajes en tren. Un amor que se nota en joyitas como Asesinato en el Orient Express o Las 4:50 de Paddington. Pero ojo: para ella, el tren no era solo un escenario bonito donde colocar a un asesino elegante con monóculo. No, señora. El tren era un personaje más, un elemento narrativo que cambiaba las reglas del juego y nos sacudía como si fuéramos maletas en la bodega.
Cuando Agatha juega, tiemblan los tropos
Christie no se conformaba con seguir las reglas del misterio clásico. Ella se dedicaba a desestabilizar tropos como quien descarrila un tren en miniatura: con alegría malvada. Usaba el tren para romper el espacio y el tiempo del relato, llevando la novela de crímenes —siempre tan ordenadita y británica— a territorios móviles e imprevisibles. Vamos, que donde esperabas una merienda de las cinco, te plantaba un cadáver en el vagón restaurante.
Modernidad sobre raíles
En un mundo donde todo el mundo estaba más quieto que una silla de mimbre, los trenes representaban algo revolucionario: el movimiento. Nada de casitas de campo ni herencias polvorientas. Christie entendió que la modernidad iba sobre raíles… ¡y también sus misterios! Así que se cargó el concepto tradicional de “lugar fijo” y nos metió en un vagón en constante traqueteo, donde todo puede pasar (y pasa).
El lector: turista involuntario
Agatha no solo ponía a sus personajes en movimiento, sino también a sus lectores. Leer un whodunit suyo es como subirse a un tren donde el billete no te dice a dónde vas: te arrastra, te sacude y, cuando crees que entiendes algo… zas, giro de guion. Christie nos enseñó que en el misterio, como en la vida, a veces hay que bajarse del tren mental en la estación menos esperada.
Conclusión: más que una «escritora de aeropuerto»
Aunque algunos intelectuales de sofá la criticaron por ser «literatura de consumo rápido», Christie respondió de la mejor manera: innovando, arriesgando y dejando a todos con la mandíbula desencajada (y el libro a medio cerrar porque necesitaban un té para asimilarlo). Sus novelas ambientadas en trenes no solo son emocionantes: son un juego literario sofisticado que sigue desafiando a los lectores más avispados.
Fuentes
- Chris Ewers: Genre in transit: Agatha Christie, trains, and the whodunit
- Mi propio asombro cada vez que releo Asesinato en el Orient Express y sigo sin verlo venir.
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