Reseña de Mam Linda: Racismo y sociedad en la América profunda según Virginia Woolf

Mam Linda (Harpers, 6s.), de Will N. Harben, es sin duda un excelente ejemplo de la novela estadounidense. Es tan buena que se siente representativa; sus virtudes y defectos parecen pertenecer más a un grupo de personas, a una época y a un país, que a un solo individuo. La historia se desarrolla en Georgia, en un pueblo donde la población blanca se divide en dos bandos: uno, cuyos ancestros fueron dueños de esclavos y se enorgullecen de no haberlos azotado jamás; el otro, que nunca tuvo esclavos y los considera «brutos criminales negros que conspiran para destruir a la raza blanca».

Carson Dwight, candidato a la legislatura estatal, pertenece al primer grupo. Al inicio del libro, no solo ha puesto en peligro sus aspiraciones políticas, sino que también se ha convertido en blanco de posibles agresiones tras denunciar a la turba que recientemente asaltó el barrio negro del pueblo y casi «les quitó la vida a golpes». Observó a la anciana Mam Linda mientras su hijo era brutalmente azotado; «cuando pienso en ello y en que simplemente me quedé de brazos cruzados, viendo cómo su único hijo era golpeado hasta quedar inconsciente, mi sangre hierve de vergüenza».

La historia sigue la lucha de Carson contra sus enemigos políticos y otros actores que buscan linchar a los afroamericanos. Es sorprendente creer que escenas como las descritas por Harben aún ocurrían en un contexto de supuesta civilización, pero su narración es tan vívida que resulta imposible dudarlo. Sin embargo, hay otro aspecto del libro que no está tratado con igual destreza. Mam Linda, leemos, también fue la antigua niñera de Miss Helen Warren; y todos los hombres del pueblo la admiran tanto que, al regresar de un viaje, se organiza un baile en su honor. Carson, por supuesto, está enamorado de ella, y a través de su historia, se nos muestra el tipo de vida social que existe en medio de estos profundos sentimientos raciales.

Si bien los conflictos raciales son primitivos y de gran escala, la vida social de este pueblo es igual de primitiva, aunque vestida con el rígido traje de la civilización estadounidense. En términos de sofisticación, la sociedad descrita es casi tan sencilla como Cranford, pero sin los matices sutiles que le otorgan dignidad a esa historia. La crudeza de sus modales y emociones podría ser angustiante para un novelista con sensibilidad por los matices sociales; Harben, en cambio, trata este aspecto con una formalidad curiosa. Sus personajes principales se comportan en situaciones cotidianas con la rigidez de un campesino inglés en su traje de domingo.

No obstante, esta deficiencia es menor en comparación con la impresión general que el libro deja sobre una sociedad joven y vigorosa, cuyas pasiones aún no se han templado por la educación ni las restricciones sociales. Harben logra transmitir la energía cruda de un pueblo en crecimiento, donde las normas de convivencia apenas comienzan a establecerse y la brutalidad todavía define muchas de sus relaciones humanas.

JUEVES, 3 DE OCTUBRE DE 1907

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